En la escuela también suelen existir a menudo relaciones complejas con la
lectura. Los alumnos muchas veces se ven sometidos a estrategias de
aprendizaje, donde la lectura es un medio para rendir cuenta de lo aprendido,
completar fichas, responder cuestionarios, etc. provocando rechazo por la
lectura. Muchos escolares, niños y adolescentes le asignan a la lectura escolar
carácter de obligación, según la cual hay que leer para satisfacer a los
adultos. Esto en realidad termina provocando rechazo y resistencia a los
libros.
Estudios sociológicos revelan que cuanto más asisten a la escuela los alumnos, menos libros leen. Por eso, muchos expertos dicen que aquellos niños y adolescentes que ya han adquirido hábitos lectores pueden tener una lectura de “día” para satisfacer a los adultos y una lectura de “noche” que es la personal, privada, la que los construye. Siendo la escuela el ámbito donde aprenden a leer. ¿Se enseña en ella realmente el gozo por la lectura?
Como dice Marc Soriano, hay un punto en el que todos están de acuerdo: “el
fin de la enseñanza es y seguirá siendo atender al interés del niño; se trata
no sólo de que aprenda a leer sino de que ame la lectura”.
El Dr. Jaim Etcheverry, (Médico, Investigador del Conicet, ex Rector de la
UBA) hablando de escuela y educación y refiriéndose a la pasión, dice:
“Seguramente de nuestra etapa como alumnos recordamos algunos pocos profesores
significativos, pero lo que recordamos de ellos no es tanto los conocimientos
que nos transmitieron sino la pasión con que lo hicieron”. En esta línea de
pensamiento se inscribe también la posibilidad de la escuela de transmitir la
pasión por la lectura.
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